20 noviembre, 2009

El suicidio de la cultura nazca

El suicidio de la cultura nazca
El misterioso pueblo preincaico que sembró Perú de geoglifos gigantes desapareció víctima de su propia deforestación

Fuente : Patrimonio Vivo

'El suicidio de la cultura nazca' es un reportaje del suplemento Domingo
Aunque nunca fue un imperio, la cultura nazca, que floreció en Perú más de mil años antes que la inca, tiene fama por derecho propio. Los enormes geoglifos que dejaron los nazca en las pampas desérticas del mismo nombre, y que sólo se pueden apreciar plenamente desde una avioneta que los sobrevuele, causan al visitante una mezcla de admiración y misticismo. No ha faltado quien ha sugerido que en realidad son obra de extraterrestres. Lo cierto es que siguen siendo un misterio que intriga a los investigadores, igual que la súbita desaparición de la civilización, alrededor del año 500 después de Cristo. En realidad, se cree que un fuerte fenómeno de El Niño causó severas inundaciones y desencadenó la decadencia de los nazca; pero un reciente estudio sugiere que éstos también tuvieron parte de responsabilidad en lo que bien podría considerarse una de las primeras catástrofes ecológicas causadas por la mano del hombre.

La investigación, encabezada por David Beresford-Jones, del Instituto de Investigación Arqueológica de la Universidad de Cambridge y reseñada recientemente por la revista Nature, sostiene que si los nazca -que eran notables ingenieros hidráulicos- sucumbieron por los deslizamientos e inundaciones provocadas por el fenómeno de El Niño fue porque ellos mismos debilitaron sus suelos al talar extensos bosques, principalmente de huarango -un árbol que puede vivir más de mil años y es clave en su ecosistema-, para dedicar el terreno a cultivos agrícolas. "Siempre se ha recurrido a dramáticos fenómenos climáticos para explicar los cambios culturales en los Andes", señala Beresford-Jones en Nature. "Pero esto no se sostiene, si nos basamos en lo que sabemos sobre la cultura humana. Se da la imagen de una cultura estática, golpeada por acontecimientos sobre los que no tiene control. Los nativos americanos no siempre vivieron en armonía con su entorno".
Mediante simulaciones hechas con ordenador, los investigadores muestran que las fuertes lluvias e inundaciones de un Niño severo -como el que efectivamente golpeó la costa peruana en ese tiempo, de acuerdo con los vestigios arqueológicos encontrados en la zona- podrían haber causado graves daños al complejo sistema de canales creados por los nazca para irrigar sus cultivos. Si los efectos fueron devastadores fue porque, al talar los bosques, los nazca eliminaron el complejo sistema de raíces que mantenía firme el suelo de sus valles. "Cuando El Niño llegó, se llevó consigo el suelo de la planicie, debido a que éste ya no era sostenido por el bosque. Esto causó la erosión y volvió inservibles los sistemas de irrigación", explica Beresford-Jones. Para corroborar esta tesis, Alex Chepstow-Lusty, paleoecólogo que trabaja en el Instituto Francés de Estudios Andinos, analizó muestras de polen de uno de los valles. El resultado dejaba claro que, mientras que los vestigios más antiguos correspondían a árboles como el huarango, las muestras posteriores pertenecían a cultivos como el maíz y el algodón. Después hay un cambio dramático: los sembrados desaparecen y son reemplazados por la mala hierba, la evidencia del desastre natural. Ésta finalmente también desapareció y dejó el terreno como está en la actualidad: convertido en un desierto.

A juzgar por lo que se puede ver hoy día en la región costera de Ica, de poco sirvió la experiencia de los nazca, porque la devastación de los bosques secos continúa hasta nuestros días y ha llevado al huarango al borde de la extinción. Los oasis de huarango que consignaron los primeros colonizadores españoles en sus crónicas, mil años posteriores al desastre de los nazca, ya no existen. El árbol es ahora derribado en minutos para convertir su madera en carbón, pese a que su tala ha sido prohibida por una ley regional. Según explica Consuelo Borda, que trabaja en un proyecto de reforestación que busca salvar los escasos reductos de huarango que aún sobreviven, el 99% de la población original de huarangos en Ica ha desaparecido. "Antes, hace unas décadas, podías encontrar huarangos incluso en el centro de la ciudad y en las acequias de las afueras; ahora se ha depredado tanto que los últimos reductos de bosque están en algunas dunas en el desierto". El huarango es clave en Ica, y no sólo por ser un árbol emblemático de la región, sino también porque su capacidad de adaptarse incluso en los suelos más hostiles ayuda a mantener a raya al desierto. Sus raíces son capaces de penetrar varios metros en el subsuelo hasta llegar a la capa freática; sus hojas atrapan la humedad que proviene del mar y, además, convertidas en hojarasca, se transforman en un importante fertilizante conocido como poña; y su fruto, la huaranga, puede consumirse directamente o convertirse en harina para elaborar otros productos. "Tres años después de sembrado, el huarango empieza a dar sus primeros frutos y puede ser una fuente de ingresos para las familias", indica Consuelo Borda.
El proyecto de reforestación, en el que también participan las ONG Asociación para la Niñez y su Ambiente, de Perú, y Trees for Cities,
del Reino Unido, ha sembrado hasta el momento cerca de 20.000 huarangos en Ica, y también maneja una concesión forestal de unas 120 hectáreas en Usaca, cerca de la actual ciudad de Nazca. Pero, según Borda, el trabajo va más allá de sólo sembrar nuevos árboles: es necesario educar a la población para que aprecie sus virtudes y los defienda de los carboneros. El trabajo empieza capacitando a la gente para que utilice otros árboles, como el espino -que es capaz de regenerarse con rapidez-, para obtener leña. "Nosotros no plantamos un árbol así no más", añade Borda. "Primero capacitamos a la gente, luego sembramos con ellos". El trabajo empieza con los más pequeños, a los que se les enseña el valor del árbol. Aunque han pasado cerca de 1.500 años desde la catástrofe ecológica de los nazca, quizá sus descendientes aún estén a tiempo de aprender la lección.
'El suicidio de la cultura nazca' es un reportaje del suplemento Domingo
De:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/suicidio/cultura/nazca/elpepusoc/20091114elpepusoc_8/Tes"La cultura es un arma cargada de futuro"-Celaya.

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¡DESTRUYAMOS EL PATRIMONIO!

Es el título de un ensayo sobre el uso del patrimonio arqueológico, escrito por el Dr. J.A. Barceló, de la Universidad Autónoma de Barcelona que deseo compartir con ustedes.

Ahora que se plantea la creación de un Ministerio de Cultura, con un Vice-ministerio de Cultura, sería indispensable reflexionar sobre qué hace el Estado con el Patrimonio Cultural Arqueológico y con qué finalidad?

No sólo por amor al dinero que supuestamente produce el Turismo se invierte en Arqueología (claro, cuando se invierte). Lo cierto es que si se llega a invertir en investigación arqueológica en el Perú, se hace en zonas "monumentales" pero no sólo porque sean marqueteables a nivel turístico. Porqué otras razones no se invierte en investigaciones a realizarse en sitios que den testimonio de las condiciones de vida de las clases sociales oprimidas en el pasado prehispánico?

Si las respuestas a estas preguntas que nos plantea Joan Antón Barceló en el escrito que envío a continuación, y, sólo se va a invertir en reconstruir muros para que luscan bonitos para el turismo y vamos a dejar de lado la investigación (situación que viene ocurriendo últimamente con ciertos proyectos financiados por el Estado en ciertos lugares del país, sería mejor no hacer nada por ningún Ministerio de Cultura y también sería mejor y absolutamente necesario que más bien ¡DESTRUYAMOS EL PATRIMONIO!

Maravillarse por las antiguas civilizaciones y los focos civilizatorios del antiguo Perú, de sus "adelantos tecnológicos" de sus "obras monumentales" y/o de quien tiene o donde están las evidencias de la "aparición" más temprana de "grandes ciudades ancestrales" o "ciudades Estado" en los Andes, resulta un despropósito cuando se piensa que en el fondo, de lo que nos vanagloriamos, es de la aparición de ciertos personajes que empezaron a explotar a otro/as (la gran mayoría) en provecho individual o de un pequeño grupo.


Penosa la condición de quien se encuentra en esa disyuntiva y abandonó la verdadera investigación por unos reales y algo de figuración en el mundo de la "academia".

A continuación, los dejo con el texto:

¡DESTRUYAMOS EL PATRIMONIO!


Por: Dr. Joan Antón Barceló (U.A.B.)

“It is not the task of science to give the taste of soup,
but rather to explain how soup comes to taste as it does”
Albert Einstein

Dicen que cuando los médicos acaban sus estudios acaban sus estudios están obligados a jurar que intentarán proteger la vida de sus pacientes en todo lo que les sea posible.
¿Y los arqueólogos y arqueólogas? ¿Acaso juramos proteger el Patrimonio Histórico en la medida de nuestras posibilidades? No lo hacemos, pero actuamos como si lo hubiésemos jurado. La “defensa” y “conservación” del Patrimonio Histórico se convierte en nuestro más ferviente anhelo, y nuestros conciudadanos y conciudadanas nos agradecen el esfuerzo que hacemos mantenimiento viva la herencia de todos.

¿Realmente no agradecen? Para la mayoría de la gente, la palabra “arqueológico” es sinónimo de inútil, dado lo antiguo que es. Si dicen que tu manera de vestir es “arqueológica”, te estarán insultando, ya que opinarán que no estás a la moda. Si un pensador o un libro son tildados de “arqueológicos”, se quiere decir que de tan antiguos como son han perdido actualidad y trascendencia. Los Museos en los que se guardan piedras viejas están vacíos en nuestras industriosas ciudades de la Europa Occidental. De cuando en cuando, una colección de niños en fila india se pasea entre colecciones de vasijas, huesos polvorientos y etiquetas llenas de herrumbre, mientras que sus sabios maestros leen con aplicación aquello que está escrito en etiqueta: “Vasija. Cultura de la Edad de Bronce, 1500 a.C.”
¿Dónde está la “conciencia” por nuestra herencia común? Lo muy antiguo no sirve para nada, precisamente por eso, es antiguo y está lejos de nosotros. Es “otra” cosa, sin relación alguna con nuestra experiencia cotidiana.
Y sin embargo, un día el Estado decide construir una presa, que permitirá iniciar cultivos de regadío en una amplia zona y mejorará los suministros de energía eléctrica. Pero una cueva con “dibujitos pintados” se entromete en el propósito. Gran movilización local, nacional e internacional; insultos al Gobierno, “que quiere destruir nuestras raíces y herencia común”. En qué quedamos, ¿la Arqueología no sirve para nada, pero las piedras antiguas no hay que tocarlas porque son muy importantes? Resultado de las protestas: la presa no es construida; sin los regadíos y ante las necesidades de mano de obra barata, la población local emigra a la periferia de las grandes ciudades, y la cueva se muere de aburrimiento porque nadie tiene la peregrina idea de ir a visitarla.

Esa contradicción -la arqueología es inútil, pero trata con cosas que hay que preservar cueste lo que cueste- puede entenderse haciendo referencia a la concepción que tiene la sociedad del Patrimonio: un conjunto de piedras, cacharros, pinturas y ruinas que están allí y que nos han dicho en la escuela o en la televisión que tienen mucho “valor”, tanto que más vale no tocarlas. Muy pocos se preguntan para qué sirven esas piedras tan “valiosas”.
"¡Falso!" grita indignado mi colega de despacho, que es un Arqueólogo imbuido de su misión trascendental. "EI Patrimonio constituye el principal elemento constitutivo de nuestra Memoria Colectiva". Ante expresiones de este cariz pienso que, desgraciadamente, no hay nada de memorístico ni de colectivo en lo que se viste con ese nombre. Tanto en la escuela, como en los lugares de ocio y en los medios de comunicación, se nos ofrecen unos monumentos derruidos vestidos con los hermosos colores de la propaganda. Y nos dicen que ese conjunto de ideas, hechos y objetos nos "pertenecen", ya que los fabricaron y/o usaron nuestros antePasados y antePasadas, y nosotros somos sus herederos. Y nos lo entregan, únicamente para que lo memoricemos. Como buenos niños y niñas obedientes, iremos a los Museos y a los Monumentos, y reverentemente nos inclinaremos ante su antigüedad, Todo lo más, comentaremos que en el Pasado se hacían cosas muy bonitas. Si hemos estudiado en la Universidad diremos que esos materiales tienen mucho "valor artístico" o "cultural".
El Patrimonio aparece, pues, como un con junto neutro de materiales que la gente está obligada a contemplar, no sabe muy bien por qué. Nos dicen: "esto es vuestro", y el espectador abre la boca admirado y responde: "¡ah!" Y vuelve a casa a descansar, porque mañana hay que trabajar, y sin trabajo no hay comida, ni tampoco esas "memorias colectivas" que no dan de comer ni beber, y cuya visita cansa mucho. EI Patrimonio es trascendente, algo de otro mundo (el Pasado) situado en éste para nuestra diversión. De cuando en cuando (en nuestra infancia, al estudiar en la escuela) se considera oportuno que renovemos nuestro compromiso con ese otro mundo del que procedemos. Vamos por tanto al Museo, reverenciamos las minas y nos retiramos transfigurados por el poder mágico que esos restos tienen. Sólo con tocar o mirar algo que estuvo en un lugar tan increíble como debió ser el Pasado ya hay bastante. A fin de cuentas, de lo que se trata es de establecer una especie de comunión o integración mística con un mundo situado más allá de nuestra experiencia. ¿Para que sirve? "Parece mentira que usted lo pregunte", inquiere sorprendido mi colega de despacho. "Ningún hombre puede sobrevivir sin recuerdos, de su infancia, al igual que ninguna sociedad está completa sin recuerdos de su Pasado". Entiendo, el Patrimonio es algo así como una señal de tráfico: "Cuidado, por aquí andaron sus antePasados".

Si mis antePasados fueron gente de bien, pues no pasa nada. "Hola que tal, abuelo" digo a la columna caída, y como no voy a explicarle los problemas de aquí, porque no los entendería, pues le dejo en paz. En cambio, hay otros que hablan todo el día de sus abuelos, que si fue general, que si ganó él solo no sé cuantas guerra…. Para estas gentes, ir al Museo o visitar Monumentos equivale a reivindicar el Pasado. Yo soy importante y tengo poder, porque mi abuelo se lo ganó a pulso. Yo no tengo méritos para justificar la razón de mi mando, pero mi abuelo si que los tuvo. En definitiva, si consigo que todos se acuerden de mi abuelo, y les convenzo de que soy su nieto, me dejarán mandar en paz. No es de extrañar, por tanto, que sean los que mandan, las instituciones, los que poseen importantes medios, aquellos que más utilizan el Pasado. EI Estado se quiere justificar, y por eso invierte en la preservación de monumentos que enaltecen la función de gobernar: palacios, castillos, ciudades, etc. y se olvida de aquellos restos que nada tienen que ver con su labor de gobernar.
¡Y además llega al extremo de hacernos creer que con esa obra de propaganda hace un bien público!
Pasado se iguala a Patrimonio. Lo único que sabemos de épocas anteriores a la nuestra son las piedras, dibujos y letras que se van conservado. Nuestra misión es dejar todo eso bien Iimpiecito, para que las buenas gentes de este mundo tengan la oportunidad de renovar su comunión con el Pasado.

Pasado = Piedra

EI Pasado ya no es un conjunto de gente y de relaciones, vinculaciones entre personas, sino cosas inertes. Si no son bonitas, a nadie le interesa. Juzgamos el Pasado en la medida en que se produjeron en él obras que hoy consideramos "bonitas". En ocasiones, la extrema antigüedad de unos cacharros puede influir respeto a lo que no nos parece "bonito", pero ahí se acaba todo. EI Pasado es algo para usar y conservar. "Usar” significa aquí ver, testificar. "¡Ah, si, había una época en que hacían esas cosas!". "Conservar" significa dejar algo bien guardadito sin que nadie lo toque.
Nos han endosado, pues, una visión estática y estética del Pasado. Nos lo han partido a trozos, y lo único que podemos hacer con él es testificar que está allí y que el benevolente gobierno hace muy bien su trabajo conservándolo para nuestro solaz y enriquecimiento espiritual. Historiadores/as y arqueólogos/as pasan su vida describiendo eso que tienen delante, describiendo sin fin, sin que nadie lea esas descripciones, a no ser otros/as historiadores/as y arqueólogos/as que las "necesitan" para su propia descripción.
Una Historia descriptiva, sin objetivos, es, casi siempre, manipulable. Aunque la descripción de los hechos o materiales antiguos sea correcta y precisa, ese conocimiento se puede utilizar en la propaganda de determinadas formas de hacer el presente. Por ejemplo, si la utilización social de determinado patrimonio arqueológico otorga más importancia a la belleza (componente artístico) del mismo, se obtendrá como resultado una visión heroizada, ordenada, estática e inmutable del Pasado, del que se rechaza todo lo feo y todo lo cochambroso, para quedar con las verdades que relucen. Aparece entonces la mayor genialidad de todas las genialidades: la declaración del Patrimonio Cultural de la Humanidad, que no pertenece a sus "herederos/as legítimos/as”, sino que los/las esforzados/as habitantes de la Europa Occidental y regiones similares nos hemos auto nombrado "herederos", con el sencillo subterfugio de declarar que las necesidades estéticas de la Humanidad (esto es, nosotros los occidentales) están por encima de las necesidades egoístas de los locales (esto es, ellos/ellas, dicho con sentido despectivo), cuya inteligencia y primitivo sistema de gobierno impide que sean capaces de apreciar las maravillas de sus antePasados. La Humanidad es un concepto transnacional que aparece en el momento en que la economía se vuelve global y las empresas necesitan consumidores/as en todo el mundo para un mismo producto, y trabajadores/as para los productos que consumirá tan solo el Primer Mundo. A los no-europeos se les concede el altísimo honor de formar parte de la Humanidad, lo que les faculta a ser explotados por la sociedad de consumo. Nuestras fuerzas vivas yen muy mal a esos países que cierran sus fronteras, que no dejan beber Coca-Cola, escuchar Rock-and-Roll o vestir jeans. Hay que encontrar una manera para que esas gentes se dejen explotar. Solución: integrémosles en nuestra gran nación de naciones, la Humanidad, y construyamos una ideología de pertenencia a la Humanidad: un estado-unidense tiene derecho a visitar la Alhambra de Granada, al mismo tiempo que un sirio debe reclamar a su gobierno que le deje beber Coca-Cola auténtica y no ese brebaje de imitación manufacturado por una empresa árabe nacionalizada.

El Patrimonio Cultural de la Humanidad está formado, casi exclusivamente, por edificios hermosos, elegantes, llenos de poesía y belleza. Los visitantes (exclusivamente del Primer Mundo) se extasían ante tanta belleza y dicen: "¿no te gustaría haber vivido en este Palacio, Castillo, Ciudad, ... ?" Nostalgia por el Pasado, nostalgia de un orden social en el que unos poquísimos disfrutaban en exclusiva las cosas bellas que hacían la mayoría. Solo un orden social como ése permite la belleza…, no como en una sociedad de sindicatos y huelguistas, con baja productividad laboral y productos industriales de pésima calidad.
Pero el Patrimonio Histórico también esta formado por monumentos muy poco "hermosos" (por ejemplo, el foro romano de Roma): unas piedras rotas, unos muros irreconocibles, habitaciones difícilmente reconocibles por la basura (moderna y no arqueológica) acumulada, cuevas de pasadizos tortuosos y techos bajos. El visitante (también del Primer Mundo) comenta: "que mal vivían esas gentes!". Y rechaza el Pasado, como una fase de la Humanidad en la que no había lavadoras ni gin-tonics, muy diferente de las comodidades de la eficaz sociedad burguesa en la que, si no fuera por los pobres y los huelguistas, se viviría bastante bien (si has nacido en el barrio de Mayfair de Londres, claro).
Simultáneamente a esa fijación en piedra de un Pasado estático e inamovible, digno tan solo de ser contemplado, surge el anuncio del fin de la Historia, potenciando la pasividad y estancamiento social, como efecto de la comodidad por la seguridad que comporta el liberalismo moderno: el libre-mercado es la apariencia natural del orden común, y a sus leyes debemos acogernos con fervor y fe ciega. El fin de la Historia de la Humanidad y la aparición de la Herencia Común de esa misma Humanidad, coincide pues, con la gran solución, un solo mercado "libre" de punta a punta.

Se nos está vendiendo la idea que la Sociedad Actual es algo así como la Edad de Oro de la Humanidad, en la que todos somos felices, si trabajamos cuarenta horas a la semana y no hacemos huelga. Aquellos/as que no tienen trabajo y/o viven en la miseria, no son un producto de nuestro orden social, sino un remanente de ese Pasado que intentamos dejar atrás.
¿De qué manera la defensa, conservación e Hipervalorización que del Patrimonio Histórico hace el Poder político, social y económico contribuye a perpetuar esa visión? Muy sencillo, imponiendo una visión estática, inmutable y fijada en piedra del Pasado. El pasado es algo que ya no existe, nos dicen del que tan sólo quedan unos restos dispersos, que debemos contemplar respetuosamente, para admirar de qué eran capaces nuestros antePasados sin grúas, cemento ni energía eléctrica. Del Pasado sólo nos interesa aquello que es hermoso y bello (según las subjetividades de nuestra época), "enseñable" sin peligro.
La Arqueología tiene, pues una cierta importancia para la sociedad moderna, tal y como la intenta construir cierta clase social. Son los encargados, no de estudiar los testimonios del Pasado, sino de crear esta ideología de "superación" del Pasado, de inutilidad política de las cosas muertas y enterradas (lo que equivale a decir que la forma de vida del Pasado era "inútil"). En otras palabras, creando un profesional especializado su "estudio", se distingue rígidamente entre el Pasado y el Presente. El Pasado queda encerrado en su esfera académica, se enseña de él tan sólo lo que consideramos bonito, mientras el Presente queda "libre" para ser construido de acuerdo con las leyes del mas libre de los mercados libres.
En resumidas cuentas, a través de la heroización de las piedras antiguas, de su transformación en objetos subjetivamente "bellos", el Pasado se nos hace presente como si de un producto congelado se tratase, y con la fecha de caducidad ya pasada. EI Pasado no es oculto, sino que lo tenemos un poco en todas partes, hasta en la sopa, los fabricantes de la cual diseñan un paquete con grafías que imitan las antiguas para dar prestigio a su encomiado pero incomible (o imbebible) producto. Y estamos tan hartos de testimoniar el Pasado, que acabamos por hacer como nos dicen: "que bonito", "que feo", y huir apresuradamente. "No os preocupéis, si no queréis no vayáis al Museo, pero podéis quedar tranquilos, los testimonios del Pasado están en buenas manos". De esta manera, haciéndolo presente, poniéndolo delante de nuestras narices, y hartándonos con él, se nos oculta el Pasado.
Esta visión del Patrimonio Histórico (y el "artístico", que no deja de ser histórico) se ha convertido en el medio ideal para vincular a un colectivo profesional a la administración, diluyendo su carácter crítico, suavizando los miedos que la Ciencia histórica puede producir, por su poder de transformación y neutralizando un programa de investigación que podría poner en duda el sistema vigente, y, a nivel práctico, por ejemplo, entorpecer políticas urbanísticas.
Porque el Pasado no es el Patrimonio. EI Pasado no es un conjunto de piedras o cuadros, sino nuestro propio presente hace algunos años (miles). Nosotros somos, en parte, protagonistas del Pasado, ya que nuestra sociedad, un día, hace muchos años, también era una sociedad. EI orden social ni se crea ni se destruye, sino que va cambiando, transformándose paulatinamente, como resultado de multitud de causas, y esas causas, esos procesos de cambio en transformación, siguen actuando sobre nosotros, por lo que nuestra sociedad cambiara, al igual que cambió entonces. Si hoy en día las relaciones de poder impiden la supervivencia de mucha gente, si en Europa Occidental el Racismo esta a la orden del día, si la explotación es la afición favorita de unos pocos, no es por azar, ni por voluntad divina. Todo tiene una causa, y cuando hablamos de sociedades, esa causa esta casi siempre en el Pasado, es decir, en el estado que tenía nuestra sociedad en un momento anterior al nuestro.

¿Son los cacharros arqueológicos tan inútiles como parecen? Hay una gran diferencia entre creerse el Pasado que nos van creado, y estudiar el Pasado que realmente existió. Sea nuestra sociedad moderna un paraíso inmerecido o el pozo de todos los infiernos, no ha sido siempre igual. La conducta social, la acción de muchos hombres y mujeres a lo largo del tiempo explican por que hoy hacemos lo que hacemos. Por consiguiente, si queremos entender este mundo, ir mas allá de lo que nos dicen, debemos pensar; sólo hay una manera: estudiar cómo ha sido hecho.
No tiene sentido alguno utilizar el Pasado, sino es para ayudarnos a construir el Presente. Obviamente, estudiar no quiere decir describir o testimoniar, que es lo que solemos hacer. Debemos analizar y explicar por que nuestra sociedad es como es y no de otra manera; mejor dicho, cómo se ha ido haciendo nuestra sociedad. Ninguna descripción de artefactos nos dará la respuesta que buscarnos, sino un estudio que utilice los elementos que se conservan del Pasado, para definir el proceso causal responsable del Presente.
Obviamente, esto no sólo significa analizar cómo el Poder social, político y económico se ha inventado un Pasado, sino analizar que conjunto de causas provocó que ese Poder se pusiera a inventar Pasados, desenterrando y poniendo a la luz pública un conjunto de bonitos edificios y hermosas estatuas. Tan importante como saber de qué modo nos están engañando, es conocer por que nos engañan. También la clase social que nos dirige tiene un origen, así como los medios de control que utiliza.
Este principio general no debiera llevarnos a concluir que el "estudio" del Pasado está viciado por nuestra visión del Presente. Que existe racismo o desigualdad social, no es fruto de nuestra subjetividad, sino un hecho real, puesto de manifiesto por sociólogos, antropólogos y conformistas de muy distinto sesgo político. De la misma manera que es posible "observar" y medir la existencia de contradicciones en el Presente, podemos analizar el proceso de formación de esas contradicciones. El conocimiento del Pasado, puede ser "objetivo", pero sólo en la medida en que permite una comprensión correcta (empíricamente ajustada a los hechos) de la causa de los problemas o fenómenos del Presente. Posiblemente, sea imposible una descripción no sesgada de un momento concreto del Pasado, pero cuando los distintos momentos aparecen vinculados entre sí y se consigue "reproducir" el proceso causal del fenómeno en el presente, concluiremos la corrección de la investigación, aunque esta siempre pueda ser abordada con más detalle y profundidad cuando la cantidad y naturaleza del conocimiento aumente. Cualquier negación de la capacidad que tenemos de conocer objetivamente cómo se ha formado nuestra sociedad, niega también nuestra capacidad de lucha colectiva y de construcción del futuro. Sólo podremos construir racionalmente el futuro definiendo las contradicciones del Presente y estudiando sus causas.

Ese debiera ser el auténtico propósito de la Historia y la Arqueología: el estudio del Pasado, buscando que continuidad existe entre Pasado y Presente. En otras palabras, como las sociedades pasadas se convirtieron en mi propia sociedad. Según esto, la Historia y la Arqueología son formas de analizar, formas de ver y comprender el presente en su dimensión temporal, esto es "formativa" o causal, antes que una acumulación de datos sobre el Pasado. El análisis empieza y se justifica aquí y ahora, identificando un problema o fenómeno contemporáneo que no entendemos. Por ejemplo, el racismo, la desigualdad social, la explotación de los países del Tercer Mundo por parte de las clases dirigentes del Primer Mundo, etc. "Comprender" esas cuestiones significa reconstruir su proceso de formación, esto es, determinar su causa. No sabremos como resolver el racismo, cómo reducir la desigualdad social, como impedir que unos pocos individuos exploten países y continentes si desconocemos como nuestra sociedad ha llegado a ser racista, desigual o explotadora.
No llegaremos a determinar esa causa poniendo en orden una serie de fotografías del Pasado: el siglo XIX, el XVIII, el III, el I, el IV a.n.e, el XVI a.n.e., esto es, haciendo un anecdotario del pasado lindamente ordenado. Lo que debemos es de seguir cronológicamente el fenómeno de interés en diversos periodos históricos, determinando la manera en que ese fenómeno se relaciona con otros elementos. Por ejemplo, para entender el racismo en nuestra sociedad contemporánea, debemos averiguar cómo "funcionaba" el racismo en nuestra misma sociedad, pero en el siglo XIX, así como durante la Edad Media, y durante la época romana… En cada uno de esos periodos estudiamos el tipo de sociedad (relaciones sociales de producción, etc.) y la relación de esa estructura con las acciones racistas y el contexto social y económico en que estas tienen lugar. Las diferencias entre cada uno de los periodos nos proporcionará la información acerca de la complejidad del fenómeno causal. Al final, llegaremos a un momento histórico en el que no existía racismo; compararemos el tipo de estructura social, política y económica de ese periodo con la estructura durante los periodos con racismo. Esa diferencia podrá interpretarse en medios causales. Algunos problemas exigirán que nos remontemos tan sólo unos pocos años, otros exigirán siglos, o milenios.

Historiadores e historiadoras junto a arqueólogos y arqueólogas debieran formar parte de la conciencia crítica de la sociedad. Si bien no somos los encargados de resolver, ni de descubrir las contradicciones y problemas sociales, somos los encargados de estudiar su proceso de formación, el conjunto de causas que han provocado que nuestra sociedad genere tales problemas o enferme de ese modo. Los problemas y las contradicciones no existen porque sí, ni han sido contagiados por alguna otra sociedad, ni tan siquiera inventadas por una mente malvada y perversa. Somos nosotros, con nuestras acciones cotidianas, los que contribuirnos a perpetuar unos procesos causales que, a medida que pase el tiempo, irán produciendo unos efectos, al principio inapreciables, pero que, poco a poco, irán haciéndose más y más presentes hasta estallar en toda su virulenta. De la misma manera que el médico no prescribe aspirinas a todos sus enfermos, sino que estudia sus síntomas y la manera y circunstancias concretas en que el paciente ha caído enfermo, historiadores y arqueólogos deben encontrar las causas de las enfermedades sociales.
Dicen algunos autores que el conocimiento del Pasado es demasiado importante como para dejarlo en manos sólo de los arqueólogos. Que todos tenemos "derecho" a tener y a ser responsables de nuestra propia Memoria Colectiva. Todo eso es cierto, pero no nos olvidemos que el proceso de formación de nuestra sociedad, la causa de sus contradicciones, es el auténtico objeto de conocimiento. Si pretendiéramos una impresión personal y subjetiva del Pasado, y la utilizásemos como modelo de nuestras vidas individuales y experiencias concretas en el Presente, todos podríamos hacer Historia; pero lo que aquí se pretende es resolver problemas específicos, encontrar causas reales de dificultades que nos afectan. Y nadie juega cuando se trata de construir un avión o de curar una enfermedad. EI conocimiento de las causas de las contradicciones de nuestra sociedad es difícil, muy difícil. Hoy en día sabemos muy poco, pero algo hemos aprendido. A medida que el conocimiento científico avanza, se desarrollan nuevas técnicas, se revisan viejos saberes, aprendemos más y más. EI volumen de información se hace tan enorme, que la figura del profesional y del especialista se hace imprescindible.

¿Quiere esto decir que ese profesional es el autócrata propietario y diseñador del conocimiento histórico? Lamentablemente si. A nadie se le ocurre decir que todos los miembros de una sociedad tienen derecho a practicar la medicina. La técnica del análisis histórico es extraordinariamente compleja, y debe ser aprendida a lo largo de varios años. Ello no implica, sin embargo, que esas técnicas estén al alcance de una minoría.
Ese es el objetivo al que debiéramos intentar llegar: que todas y cada una de las personas fuese capaz de estudiar históricamente su propia conducta y acción social, comprendiendo las causas de lo que hacen y de aquello que les afecta y condiciona. Pero esa meta constituye, a su vez, un problema histórico.
Superaríamos muchos de los problemas si el conocimiento científico-social saliera de los estrechos cauces de la comunidad de profesionales de la ciencia. EI conocimiento del Pasado debiera ser cosa de todos. No es que todos tengamos derecho a participar de la memoria colectiva de nuestra sociedad, sino que tenemos el derecho (y la obligación intelectual) de usar el conocimiento sobre el Pasado para entender nuestras acciones individuales en el presente, y cómo nuestra conducta está limitada y/o reforzada por las acciones de los demás. Si el Pasado es entregado como algo hecho y acabado, por muy dinámica y "progresista" sea la propuesta, estaremos ofreciendo a nuestros conciudadanos un material digno tan solo de ser memorizado, eliminando a la mayoría de la sociedad del proceso de construcción racional de nuestro futuro. No podemos destinar a una Institución que arregle los problemas y contradicciones que nosotros mismos creamos al reproducir actos y roles que tuvieron su causa en un momento anterior al nuestro. Cada uno de los agentes sociales debe reflexionar acerca de la causa de su propia acción individual, al mismo tiempo que historiadores y arqueólogos analizan las causas y efectos de la acción colectiva.

¿Por qué las herramientas del análisis histórico han sido apropiadas por un pequeño colectivo de profesionales que pocas veces las pone en práctica? No me cabe la menor duda que ante la proclamación de una "liberación" de la Ciencia (difusión total de las técnicas y acceso realmente libre y generalizado a los medios e instrumentos), la mayor parte de científicos diría: "Hermoso intento, pero nadie prestará atención. Son demasiado difíciles, demasiada matemática". Si las técnicas de análisis son complejas no es sólo porque los profesionales las hagan complejas para monopolizarlas más cómodamente, sino porque los procesos a analizar son extraordinariamente complejos. La paradoja que debemos resolver es, pues, como difundir un conocimiento histórico y un conocimiento metodológico cada vez más numeroso y complejo.
Ese es el cambio social que nos espera, de dimensiones casi revolucionarias. No debemos divulgar un resumen masticadito y racialmente digerible de lo que sabemos acerca de los procesos causales de las contradicciones de nuestra sociedad. Debemos cambiar la sociedad para que sus miembros usen efectivamente ese conocimiento y esos métodos para resolver sus propios problemas. La realidad que descubrimos, como resultado del análisis histórico, es que para sobrevivir en este mundo que nos ha tocado vivir hay que saber cada día más.
La crítica no es sólo el método de la ciencia, sino uno de sus elementos integradores.
La arqueología será rentable cuando el debate crítico por ella iniciado se extendiera a todo el conjunto de la ciudadanía, proporcionando herramientas y datos contrastados que permitiesen a la gente construir su propia crítica de la realidad social. Es decir, el arqueólogo debe enriquecer la capacidad crítica de los ciudadanos a partir de la reflexión que el Pasado puede generar al ser usado como una herramienta para actuar sobre los problemas de esta sociedad.


MAG. MANUEL AGUIRRE MORALES
ARQUEOLOGO
Universidad Nacional Mayor de San Marcos(00) (51) (1) 989882321 - (00) (51) (1) 6242524

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